viernes, 27 de enero de 2012

Joaquín Bonilla. Poeta en el limbo

Joaquín Bonilla nació en Amapala, el 6 de febrero de 1888. Fue hijo del General Manuel Bonilla- expresidente de Honduras- y de la señora Rosa Cornejo. Como su padre, tuvo predilección por la carrera de las armas  y egresó de la Escuela Militar de Tegucigalpa, para continuar estudios en Academias de Estados Unidos,(Nueva Orleáns y Nueva York) y también en el Kings Collage, de Londres. En Nueva Orleáns, fundó "El Mercurio", periódico de corta vida, entre 1911 y 1913. Posteriormente fue Cónsul General en Liverpool y Manchester, Inglaterra y en Alemania., entre 1914 y 1924.
Joaquín Bonilla, hombre a todas luces educado, escribió algunos poemas que han quedado dispersos y en el olvido. Se suma a esa grupo de escritores que no pudieron publicar un libro en vida.Para sepultar su olvido, publicamos hoy, uno de sus poemas, encontrado en una de las principales revistas hondureñas de todos los tiempos: El Ateneo de Honduras, con la cual, Bonilla colaboraba.

THE LIGHTSHIP OF NEW YORK BAY
Está el barco-vigía atado a sus aceros
y convertido en faro sirve para alumbrar
en la noche la ruta de los buques viajeros
que llegan de lo ignoto o se hacen a la mar.

Sus mástiles semejan un árbol secular
ya muerto, que los vientos despiertan del olvido,en que pájaros tristes llegan a descansar,
sin confiar a sus ramas el tesoro de un nido.

Barco que en otros tiempos viajó a la lejanía
como Belerofonte de la Quimera en pos,
o que vino mandado por Cristóforo un día,
inflamadas sus velas por el soplo de Dios.

En tu orgullo apareces resignado y dormido
más yo entiendo tu insomnio,tu nostalgia y tu afan,
inmóvil, a tus férreas ligaduras prendido viendo barcos que llegan y barcos que van.

Navegar o morir, dijo tu vida inquieta,
y cruzaste la niebla,y burlaste la bruma,
y te vieron las noches,piratao poeta,
cortando estrellas de oro copiadas en la espuma.

Asi quisiera, hermano, mi ancianidad futura alumbrando la ruta, oculto entre la sombra,
soñando que a mi vida tan inmóvil y oscura
llega el recuerdo de alguien que me espera y me nombra..

Arbol de ayer del bosque, portaluz del presente (suspira una floresta de abetos y abedules)
muerto para la vida, que circunden mi frente
revuelos de als blancas y de alas azules.

 1922

DOS CENTENARIOS LIBRESCOS

En el 2011, los hondureños fuimos testigos de la ocurrencia del centenario de dos libros cumbres en nuestra literatura: "Tierras, mares y cielos", del malogrado vate Juan Ramón Molina y "El rosal del ermitaño", de nuestro máximo polígrafo, Rafael Heliodoro Valle.
Con respecto al primero, su salida a luz, se debió a los esfuerzos titánicos de Froylán Turcios, poeta también y compañero de correrías y de generación de Molina, al buscar y rescatar en periódicos y revistas de la época, la poesía y la prosa dispersa de Molina, después de su azarosa muerte, en 1908. El Congreso Nacional de entonces, aportó los fondos para que este libro, ya clásico en nuestra literatura, fuera una realidad tangible.
El segundo libro en mención, representó el primero de una larga lista de libros salidos  del númen de Rafael Heliodoro Valle. Libro de principiante, publicado cuando Valle tenía 20 años y se encontraba en México, aprendiendo de  la vida y del oficio.En este libro hay un 90% de prosas y un 10% de poemas, lo que indica la preferencia de Valle por entonces. Prosa rica y jugosa que el polígrafo gustaría de ampliar y repetir en libros como "Tierras de pan llevar ", "Flor de Mesoámerica" y "México imponderable", entre otros. Para más señas, el libro lleva un postulado después del título: "Cuentos de monjes y arrepentidos". Este libro se divide en tres partes: La primera titulada "Cuentos color de rosa"; la segunda titulada "Esmaltes" y una tercera, poemas,bajo el título de "Yesos".






El autor agradece al poeta y bibliógrafo Rolando Kattán, el préstamo de ambos libros para este artículo.

domingo, 8 de enero de 2012

los libros cubanos de José R. Castro

José R. Castro (1909-1968) llegó a La Habana, Cuba, a finales de 1936, después de un azaroso autoexilio de tres años en Nicaragua, Guatemala y Costa Rica. En 1938, era ya un reconocido periodista y escritor, a tal grado que publicó dos poemarios: Canciones del Atlántico y Estrella , dedicado este último a su primer amor habanero, Estrella Márquez. Su estro poético en Cuba, cerrará con la publicación de Pantomima de carnaval, libro festivo que saldrá a luz, en 1939.