Su nombre perdido entre cientos de libros episcopales, entre desmemorias y murallas de olvido. Encontrar por fin sus datos es una nueva luz para la historia poética de Comayagua. Hoy su figura aparece para no dejar de brillar jamás.
Fue hijo natural de don Emilio
Berlioz Salignac y de doña Paula Zepeda Martínez. Nació en Comayagua, el 12 de
noviembre de 1894. Fue bautizado bajo el nombre de José Eugenio Alberto. Tuvo otros hermanos, a saber: José Emilio (1893); María Ana Lucía (1896); José Ramón Rosa (1900) y José Humberto (1906). Realizó estudios de Magisterio en la Escuela Normal de
Varones de Tegucigalpa, de donde egresó el 26 de febrero de 1915. Le tocó como
destino trabajar en La Ceiba, donde murió en un confuso accidente, suscitado el
22 de febrero de 1921. Parece que por un
error, un tal Dr. Evans, le inyectó codeína en vez de otro medicamento, lo que
le causó la muerte, según el forense Arístides Jirón. Su cadáver fue velado en
la escuela donde laboraba y a su lado estuvieron sus fieles compañeros de
trabajo, los Profesores, Guillermo Urrutia, Guillermo Fúnez, Rafael Canales,
Ángel R. Cisneros y Rafael E. Rico. Tenía apenas 27 años a su muerte. Eugenio
Berlioz Zepeda, escribió hondas poesías, pero no dejó libro alguno publicado.
Su coterráneo, el también poeta Jesús Castro Blanco, le publicó algunos poemas
en los diarios locales que él dirigía en 1928,
“Comayagua” y “El Eco Liberal”.
El autor agradece la inmensa colaboración del genealogista norteamericano Eric Shwimmer en esta entrada
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