El poeta y su esposa |
La primera vez que escuché el nombre de Jesús Cornelio
Rojas, fue en la casa del poeta comayagüense, Antonio José Rivas. Empijamado,
con una barba de tres días y barajando entre sus manos ténues recuerdos, me
contó de sus correrías, allá en León, Nicaragua, en las que solía acompañarlo
su paisano Rojas. Al mismo momento me desveló, que ambos eran primos, que los
hermanaba, entre palabra y sangre, el apellido Aguiluz.
La segunda vez que su nombre apareció frente a mis ojos, fue
en medio de una lectura sobre la vida de Cornelio Rojas, escrita por el poeta
Carlos Manuel Arita Palomo. Allí me enteré que Jesús Cornelio Rojas, era hijo
de otro intelectual y político comayagüense, Edmundo Lozano Aguiluz y Ángela
Rojas Aguiluz, a todas luces parientes. El hecho de que ambos fueran primos,
impidió que ambos se casaran, por lo que el niño Jesús, creció al amparo de su
abuela Concepción Aguiluz v. de Rojas.
Jesús Cornelio Rojas, vino al mundo el 16 de septiembre de
1910, en una antigua casa de adobes, en el barrio “El Guanacaste”, de
Tegucigalpa. Cursó estudios en el Instituto “San Miguel” y se graduó de
Bachiller en el Colegio Central, hoy “Vicente Cáceres”, en 1933. Al año siguiente
inició estudios de Derecho, en la Universidad Central, hoy Autónoma de
Honduras, los mismos que no pudo continuar por irse a trabajar en la costa
norte del país y allí conoció los morenales de la zona, lo que le inspiro en
gran parte, su etapa de la poesía negra. Poco tiempo después, viajó a León,
Nicaragua, para continuar sus estudios de Derecho, mismos que culminaría con
inusitado éxito. Allí en León, conocería a la que sería su esposa, la hondureña
Elizabeth Carón Nicoli, que era estudiante de Medicina. En 1957, el gobierno
liberal de Ramón Villeda Morales, a iniciativa del escritor y diplomático
Alejandro Rivera Hernández, le nombra Agregado Cultural de nuestra embajada.
Regresó poco tiempo después a Honduras y ocupó, entre otros cargos, el de Secretario
del Congreso Nacional, dirigido en ese entonces, por Modesto Rodas Alvarado.
Falleció de un tumor cerebral, en Tegucigalpa, el 17 de
julio de 1965. Al momento de su muerte, su obra quedó dispersa en periódicos y
revistas nacionales y de Nicaragua, hasta que uno de sus hijos, el intelectual León Rojas
Carón, inició la titánica odisea de conformar un libro póstumo y lanzarlo a la
luz pública en 1999.
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