jueves, 28 de junio de 2012

DIPLOMACIA Y LITERATURA EN HONDURAS (3)

Jorge Fidel Durón, Canciller, 1957
José R. Castro, da la bienvenida a "Pajarito", Brasil, 1958


Julián R, Cáceres. Conferencia de prensa, México, 1945




Carné diplomático de Jorge Federico Travieso, México, 1949


DIPLOMACIA Y LITERATURA EN HONDURAS (2)

Conferencia de Arturo Mejía Nieto, Argentina, 1937

José R. Castro, Río de Janeiro, 1960



Néstor Bermúdez Meza (de blanco, al centro), Panamá, 1963

DIPLOMACIA Y LITERATURA EN HONDURAS (1)

Francisco Alemán, en Kobe, Japón, 1942



Heliodoro Valle y Dean Acheseon, Secretario de Estado, 1951



José Reina Valenzuela, Costa Rica, 1950

Jesús Castro Blanco, México, 1931

lunes, 25 de junio de 2012

LA CASA DONDE NACIO EL BARDO RAMON ORTEGA, COMAYAGUA,1885


JUANITA SORIANO: MUJER ENTRE DOS MUNDOS



Juanita Soriano Alvarado, nació en Nueva Orleans, en 1918. Su padre fue el Dr. Nazario Soriano, conocido hombre público y unionista, concuño del expresidente hondureño, Francisco Bertrand. Su madre se llamó Juanita Alvarado Burchard, oriunda de Olancho y descendiente del Cónsul norteamericano de Islas de la Bahía, Guillermo Burchard.  Juanita nació en el extranjero, debido a que en 1918, su padre ocupaba el cargo de Cónsul de Honduras en Nueva Orleans. Juanita fue prima hermana de la también poeta Victoria Bertrand, conocida en le mundo literario como "Alma Fiori", ya que las madres de ambas eran hermanas. Después de estudiar y residir por largo tiempo en Nueva York, donde realizaría estudios de literatura, pasó a vivir a El Salvador, donde publicó la gran mayoría de sus libros, por lo que muchos la  consideran una escrtora salvadoreña.
El 23 de febrero de 1954, contrajo matrimonio civil con el profesor de origen español Juan Antonio Ayala. Para ella era su segundo matrimonio. Hay evidencia de que la pareja, luego de algunos años de vivir en El Salvador, se radicó en la ciudad de Monterrey, donde logró publicar dos libros: La siembra inútil (1960) y Difícil Luz (1961). Otros de sus libros, publicados en El Salvador, son: Primavera (1946); Por todos los caminos (1946); Más allá de los peces (1948); Voces sin tiempo (1949),


viernes, 22 de junio de 2012

PRESENCIA DE DOROTHY HUGHES POPENOE EN TELA, 1925-1932



Nació esta científica, en Ashford, Inglaterra, en 1899. Fue arqueóloga, dibujante botánica y especialista en pastos africanos.Casada con el botánico Wilson Popenoe, vino a Honduras en Diciembre de 1925, cuando su esposo comenzó a organizar la ahora esctación experimental botánica de "Lancetilla", Tela, Atlántida. Entre los aportes arqueólogicos de esta mujer extraordinaria, están el mapeo de las ruinas indígeneas de "Tenampúa", Comayagua y los estudios en Playa de los Muertos y Cerro Palenque, en la costa norte de Honduras. Murió en diciembre de 1932, en un accidente y falta de precaución: comió un fruto de ackee (Biglia sapida) sin madurar, lo que causó un envenamiento que su cuerpo no pudo resisitr. Está enterrada en el cementerio particular que existe en "Lancetilla" y su tumba es culto de turistas.

Casa de la familia Popenoe, en Lancetilla



Cementerio de Lancetilla


Fruto maduro comestible de Ackee

jueves, 21 de junio de 2012

UN AUTOGRAFO DE JOSE JOAQUIN PALMA, TEGUCIGALPA, 1883




Corre el año de 1882. La Reforma Liberal instaurada por Soto y Rosa, está  punto de fenecer. Ha sido una época de gloria y de órden en el país. Ha florecido también la poesía y le ha tocado al cubano, José Joaquín Palma, publicar en Honduras, el primer libro de poemas: Este es su firma en dicho libro, estampada el 20 de febrero de 1883, un año después de que el libro viera la luz pública.




El autor, agradece al poeta y bibliógrafo, Rolando Kattán, el compartimiento de dicho documento original.

viernes, 15 de junio de 2012

RAMON ORTEGA: EL POETA ERRANTE




                       RAMÓN ORTEGA: EL POETA ERRANTE


I.- EL LADO TIERNO DE LOS AÑOS

Ramón Ortega, nació en Comayagua, el 18 de abril de 1885. Nunca conoció a su padre, por deseo expreso de su madre. Doña Margarita Ortega Arriola, del cual el más tarde poeta tomaría sus dos apellidos. Las veces de padre las haría su tío, el sacerdote, Antonio Ortega, quien también como el poeta, moriría demente. Sus primeras letras, las realizaría en la escuela “Fray Juan de Jesús Zepeda”, al amparo de su maestro, don Aurelio Fajardo. Más tarde pasa a cursar estudios en el viejo colegio “León Alvarado”, entonces rectorado por don Tomás Escoto. Aconsejado por su benefactor, el padre Ortega, el poeta viaja a Guatemala para iniciar estudios de Abogacía, mismos que no puede culminar por múltiples factores adversos.


II.- VUELVE EL HIJO PRODIGO

Ortega, vencido por el desaliento de no culminar estudio superior alguno, regresa a su solar nativo, a la vieja casona de los Ortega, a quienes por su delgadez y finas facciones, popularmente les apodaban “los mosquitos”. Pero el tiempo que pasa entre sus familiares es poco y decide viajar a Tegucigalpa, donde no era un desconocido, literalmente hablando. Allí, como bien narra José Reina Valenzuela en su estudio sobre el poeta, fraterniza con sus contemporáneos y en “La Semana”, revista de moda entonces, se publica un artículo sobre su persona. Su inseparable amigo y colega en el arte de escribir, Froylán Turcios, hombre influyente entonces, le consigue trabajo como mecanógrafo privado del entonces presidente, Dr. Francisco Bertrand.


III.- EL ACECHO DE LA LOCURA

Instalado con trabajo cómodo y bien remunerado, el poeta Ortega, quizás ya rozado por las sombras de la locura, regresa a Comayagua. Dejaba en Tegucigalpa, a su esposa, doña Rafaela Vásquez, con quien había contraído matrimonio en 1913,  y su pequeña hija. Antonio José Rivas, otro estudioso de su vida y de su obra, certifica que “recluido en la casona de su tío, el poeta salía de tarde en tarde bien vestido, con cierto aire señorial a recorrer algunas calles, saludando ceremoniosamente a las personas que encontraba con un atildado “buenos días”, a cualquier hora que fuera”. Muchos años pasó el poeta Ortega sumido en la locura abismal que inexorablemente, lo condujo a la muerte. En 1922, encontrándose Froylàn Turcios en Comayagua para participar en las sesiones legislativas de ese año, mocionó en forma fraterna para que se concediera al Poeta, unos fondos para que su familia pudiera llevarlo a un tratamiento especializado en el extranjero. La nombrada moción encontró eco, pero inexplicablemente, los fondos nunca llegaron al poeta. En 1929, sus amigos, el Dr. Ricardo Alduvín y Jesús Castro Blanco que más tarde se convertiría en su antólogo más rutilante, lo trasladaron a Tegucigalpa, al hospital San Felipe, para ser exactos, con el propósito de brindarle adecuada atención médica. Sin embargo, tal esfuerzo resultó nulo, debido a lo avanzado de la enfermedad del poeta. Allí, a tempranos meses de 1932, exactamente, el día 2 de febrero, moriría, en el olvido y la indigencia, uno de los bardos cimeros de nuestra literatura.


IV.- OBRA POSTUMA

Unos años antes de su muerte  y cuando el poeta ya estaba sumido en el  negro abismo de la demencia, Jesús Castro Blanco, publica en México, un librito conteniendo 20 poemas de Ortega, y al cual Castro Blanco le dio el sugestivo título de “El amor errante”. Más tarde y en 1940, ya en Honduras, el mismo poeta Jesús Castro Blanco, edita los originales 20 poemas de “El amor errante” más otros que ha podido rastrear en periódicos y revistas guatemaltecas, bajo el título no menos nostálgico de “Flores de peregrinación”. El Ministerio de Cultura y las Artes, publicó en 1995, una nueva edición de su obra, invocando el viejo título de “El amor errante”.










jueves, 14 de junio de 2012

CON BOBBY FISHER A LA HORA DEL TE (historieta post-mortem)





             I
Confieso que mi padre era alemán.
Hombre grande de manos grandes.
En vapor cruzó los siete mares
para llegar  aquí
huyendo de una guerra sin nombre.
En el 45,
se nos fue para siempre.
Lo perdimos,
no lo volvimos a ver.
Mi hermana dice
que era un hombre grande
de hombros grandes.
Mi madre no pronuncia su nombre.
Guarda silencio.
En la litera donde duermo
deja su llanto negro cuando pasa.

II
En Brooklyn
no hay tren carguero,
Solo barcos y barcazas,
aves y salmueras.
En Brooklyn
no hay tranvías,
solo cargadores
y máquinas tragamonedas.
En Brooklyn
nadie juega ajedrez,
nadie toca un tambor
ni una guitarra triste.
En Brooklyn
todo rey es destronado
y vencido hasta la muerte.

III
Dicen que fui más inteligente que Albert Einstein.
Eso dicen
y me alegro.
Incluso, agrego yo,
fui más milagroso.
Pero es que Einstein
no levantaba pesas,
solo tocaba el violín por las tardes
y bebía mucha cerveza,
mucha cerveza alemana.
Yo ejercité el cerebro
abriéndolo y cerrándolo como un émbolo,
inflándolo como  un globo,
derramándolo como un hongo
mortífero y brillante
en un valle sin sombras.

Yo fui más inteligente que Einstein,
Es bueno saberlo
a estas alturas de la muerte.

IV
A los rusos les gusta el ajedrez,
tanto como el caviar
o sus heladas estepas.
A mí me gusta ganarles.
Es como comerles su caviar
en su propio plato;
como hacerles un muñeco de nieve en su propia dacha.

V
Tigran Petrosyan
no era muy alto,
parecía cincuentón
y comía papas sin pelarlas.
Bostezaba cada cinco minutos
y no jugaba bien sus reinas y alfiles.
Cuando lo vencí,
me dio un golpecito en la espalda,
me torció un ojo
y me dijo adiós
desde un pañuelo sin lágrimas.

VI

Quiero conocer Islandia
antes del final.
Quiero azotar una ballena de sal
antes del final.
Quiero disfrutar
del sol de medianoche
antes del final.
de la aurora boreal,
de sus influjos.
Quiero vivir en un iglú,
en una botella enamorada,
antes del final.


Quiero no amar a nadie
antes del final.



VII
Abro
y leo las últimas noticias:
Nixon asistirá a una reunión de la OTAN;
Brezhnev  firma un tratado antimisiles;
En Vietnam
flotan los cadáveres y se enciende el napalm;
En China
la Gran Muralla es bombardeada.
Mientras tanto,
a miles de kilómetros
yo me despellejo
jugando ajedrez.


VIII
Una mujer
se levanta
y lanza un vaso de agua
contra  mi rostro.
Los fanáticos invaden el ruedo
y juran exterminarme.
Un pájaro negro
pasa y se lleva mi sombrero rojo.

Las cosas que uno sueña,
los domingos
cuando no juega.

IX
La siguiente jugada
la pasaré a la Antártida,
lejos de esta gente vidriosa.
            Allí el frío es tibio,
            y la nieve  magnífica.
Allí el único público
serán los pingüinos,
las focas
y los tozudos leones marinos.


X
Afuera dicen que es agosto,
pero en Islandia
no hay estaciones,
solo la nieve y su blanca dulzura.
Estoy en el hotel.
Hace diez minutos recibí una llamada.
Spassky se ha ido.
Abandonó la partida
como un toro herido.
Me declararon Campeón Mundial,
pero arruinaron mi siesta,
mis sueños con los aros de Saturno.

XI
Si Bolaño estuviera vivo
escribiría lo siguiente:
“Soñé que Bobby Fisher me daba la mano
y yo se la basaba
como si fuera un Papa benévolo”.

XII
Regalé mi dinero,
mis carteras
y mi único traje limpio
a los famélicos del Bronx.
Me quedé otra vez  sin nada,
esperando tal vez,
el próximo Campeonato Mundial.

XIII
De Anatoly Karpov
no puedo hablar mucho.
No lo conocí.
Yo tenía 33 ó 34
y ya no me interesaba el ajedrez.
Quería ser otro:
cazar mariposa y reptiles,
mudarme a una bañera
y comer dátiles importados.
Quería vivir en el Bósforo
y nadar desnudo en los témpanos del Polo.
Quería huir de los gendarmes,
de los zares,
de los abedules taciturnos.
Quería encerrarme en las trastiendas
y entrar desnudo
 en los espejos del silencio.
Quería un gran tumulto
sobre mi sombra;
una espada de fuego
quemando mi piel,
mi enlutada sonrisa de campeón.



XIV
El FBI
me sigue la pista.
Soy de los más buscados
dicen ellos
sin  haber matado a nadie,
sin haber robado a nadie,
sin haber herido a nadie (salvo los soviéticos).
Me siguen la pista desde Alaska
hasta Arizona,
desde Marte hasta Plutón.
¿ Dónde esconderme ahora con esta barba de hormigón;
con estos ojos ciegos,
con esta bandera negra
de mi victoria ?
           
            XV

En el Museo Mundial del Ajedrez
mi cabeza
será colocada en una bandeja de plata.
Curioso
miraré los arcos de la noche,
las tardes tránsfugas de Amderstam.
Debajo de mí
las funerales cabezas
de Spassky y de Karpov,
mis perseguidos.
y más abajo
la de Nixon,
la de Kissinger,
la de Mikoyan,
los bolcheviques y los nazis.

Señoriales cabezas
para oler,
para tocar,
para escupir.

            XVI
En el 72,
Salí en LIFE.
Portada cimera,
 full color
Y toda la fama del mundo.
 Entonces era joven,
entonces podía nadar
y jugar diez horas seguidas.
Entonces
la Guerra Fría, los espías
y los  aviones U-2,
nos lamían el cerebro.
Ahora,
todo eso se fue al olvido.
Hoy nadie me toma fotos,
ni aparezco en reportajes importantes.
Parece
que se han olvidado de mí
y de mi sombra.
Quieren que muera,
que no respire más
la gloria de los días que me faltan.




            XVII  

                                         
 Con los barbados  hippies de Reikiavik
 me emborrachaba
 cada vez que podía.
Tirados en el pasto
mirábamos, insomnes,
 la muerte lenta de las estrellas estivales.
Por mucho tiempo
formé parte de sus bandas,
de sus fumadas malditas.
todos los días,
entraban y salían  de mi casa;
venían a robarme los espejos,
mis arrugados trofeos de marfil.
Sus mujeres solían olerme,
para luego llorar
en las oscuras trastiendas del silencio.

XVIII
Siempre recordaré a los hippies de Reikiavik,
Sobre todo a Stella,
quien por las noches
y desnuda sobre mi pecho
solía cortarme a tajos
mi divina barba.

XIX

Desde mi natal Chicago
hasta Reikiavik,
hay miles y miles y miles
de kilómetros  vacíos.
No volveré al Brooklyn de mi infancia,
donde los muelles y las gaviotas
perforaron mi corazón.
Moriré aquí
en esta tierra extraña y sin nombre.
Seré una piedra negra
en el camino de los hombres sin sueños.
           
            XX

Odio la nieve,
pero amo Islandia.
Contradicciones de un hombre sin razón,
entrando a los 60.

XXI

Leído en un diario de Reikiavik:
“El mejor ajedrez del mundo
se juega sobre hielo”.

XXII
En la blanca pared del comedor,
al lado del retrato de mi madre,
está mi título de Campeón,
mi título de hombre solo y desterrado.

XXIII
Aquí en Islandia
no hay baños turcos.
Aquí la gente sale y se baña libremente
en las playas blancas y ruidosas.
Otros lo hacen en casa
metidos en bañeras
o en barcazas.
Yo me baño
en los geiseres
altos y radiantes que por aquí abundan.

Lo hago cada mañana,
cuando la nieve apenas se despierta.

XXIV
                                                                          En el 78, volví a jugar, esta vez
                                                                          contra la computadora MacHat VI
Los soviéticos
que me vieron por tv,
se durmieron con un deseo irrefrenable:
que la máquina me devorara
como un engendro.

XXV

¿ Qué hace mi título de Campeón
en el anticuario de la esquina?

XXVI

Un agudo dolor de pecho.
Un riñón del tamaño de un cráter.
Unos pies
hinchados y serenos.
Una mano parapléjica
y desnuda.
Un escozor al sur de las mejillas.
Una lluvia negra
mojando el corazón.

Ninguna enfermedad
más cruel que el ajedrez.

XXVII

Al geiser más grande de Islandia,
le han puesto mi nombre.
Modestia aparte,
me he negado:
Suficiente con ser un hombre solo y desterrado.
Suficiente honor
mi tumba helada en esta tierra.

XVIII

¿Mi último deseo?
Mi rostro en el Monte Rushmore.