Kodama con la poeta hondureña, Alejandra Munguía, 2012 |
POSTAL DE MARÍA KODAMA.
Se casó en Abril, -el mes más cruel-
Amó a Borges como quien ama a un viejo amor:
con tangos y pianolas.
En su boda
Se casó en Abril, -el mes más cruel-
Amó a Borges como quien ama a un viejo amor:
con tangos y pianolas.
En su boda
y la muerte no asomaba todavía.
Era como vivir en una pradera de bisontes cantores.
Ni el asma ni la furia;
ni el fuego de la edad que nunca cesa;
ni el sueño bajo el árbol de la lepra;
ni el extranjerismo de ese hombre que amó los trenes,
los elfos, las gaviotas de estrecho vuelo,
pudieron impedir
que él besara sus manos,
sus muslos de sombra.
Fueron dos con el tiempo y con la muerte;
dos que se bastaron con la piel y su armisticio.
Ahora
que el viento sopla las aspas de la vida
ella lleva luto
y una larga cornada de amor
entre los ojos.
Era como vivir en una pradera de bisontes cantores.
Ni el asma ni la furia;
ni el fuego de la edad que nunca cesa;
ni el sueño bajo el árbol de la lepra;
ni el extranjerismo de ese hombre que amó los trenes,
los elfos, las gaviotas de estrecho vuelo,
pudieron impedir
que él besara sus manos,
sus muslos de sombra.
Fueron dos con el tiempo y con la muerte;
dos que se bastaron con la piel y su armisticio.
Ahora
que el viento sopla las aspas de la vida
ella lleva luto
y una larga cornada de amor
entre los ojos.
JOSE GONZALEZ
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