Caricatura de Vicente Monterroso Lobos, 1923 |
Cuando
Ismael Zelaya fundó en 1934, la editorial y librería “Signos” no sabía que
estaba creando una nueva forma de editar libros en Honduras. En su mente bullía
la idea de crear un libro total, es decir, que a la palabra se uniera la imagen
para reforzar el contenido y el mensaje del mismo.
Para
la intuición editorial estaba él; para la idea artística estaba Enrique
Galindo. El primer libro de la naciente empresa fue “Signos” libro que recogía
póstumamente la obra poética de Marco Antonio Ponce, cuya vida fue brutalmente
cegada una noche aciaga de 1932.
Pacientemente,
Zelaya amigo del infortunado vate, fue recogiendo la obra dispersa de éste,
hasta conformar con ella un volumen representativo. Enrique Galindo, nacido en Comayaguela el 25 de noviembre de 1897- hijo de Wenceslao Galindo y Rosa Galindo- compuso para este libro un sinnúmero de delicados dibujos. Según Dagoberto
Posadas, conocido crítico de Artes Plásticas en los dibujos de Galindo se puede
apreciar “Un perfecto delineamiento cuya obra
emana fundamentalmente de una profunda visión cultural arraigada en el
romanticismo y la mitología universal”. Fueron sus padres Wenceslao Galindo y doña Juana Rosa Galindo. Uno de sus hermanos, sería el notable maestro de generaciones, Bernardo Galindo y Galindo.
En
“Signos” cada dibujo va acompañado de una delicada hoja de papel transparente
lo que le da al libro, una finura editorial nunca antes vista.
El
segundo proyecto editorial de ambos fue el de editar “Tierras, Mares y Cielos”
obra también póstuma del gran Juan Ramón Molina.
Esta
edición representó la tercera que se hacía de la obra de Molina y se realizó en
Tegucigalpa en el año de 1937 en los talleres de la imprenta Calderón. A esta
edición, dedicada también como la segunda a la poesía Moliniana, Zelaya le
agrega un prólogo del poeta mexicano Enrique González Martínez y un estudio
bibliográfico de R.H. Valle. Como si lo anterior no fuera mucho, le agrega 19
dibujos de Enrique Galindo. Aquí Galindo sujeta su imaginación y su destreza a
corporizar, mediante el dibujo, la idea general del poema guiado siempre por el
título de los mismos. Memorables son, para nuestro gusto, los dibujos dedicados
a los poemas “Madre Melancolía”, “Mariposa Nocturna”, “Metempsicosis”, “Nada es
Todo” y el singular, por nostálgico “Los
Ojos de los Niños”.
El
tercer libro de la editorial “Signos” fue “Sombra” de Arturo Martínez Galindo,
también publicado en forma póstuma.2
Este libro no fue ilustrado como otros; probablemente a estas alturas, 1940, ya la sociedad de Zelaya y Galindo estaba disuelta o tal vez este último había salido del país por esta época.
Galindo
no era un novato en lo referente a las ilustraciones. En 1917 y en Tegucigalpa
sustituye a Augusto Monterroso como director Artístico de la revista “La Semana”, misma que fuera
fundada el 5 de noviembre de 1916 por Matías Oviedo y Céleo Dávila. Además de
los detalles de la diagramación, Galindo elaboraba la portada ya sea con una
caricatura o un dibujo. Mas tarde Galindo pasaría a “Nosotros” revista
quincenal ilustrada que fundaran el 20 de mayo de 1920, Lucas Paredes y Mauro
Aguilar. En “Nosotros” Galindo trabajaría en el honroso cargo de Director
Artístico.
Para
1922, Galindo parte de México, gozando de una beca de estudio y donde desde el abrigo acogedor de los grandes
maestros mexicanos, termina de formarse artísticamente. Su regreso al solar
patrio será 10 años más tarde, en enero de 1932. No llega derrotado al
contrario viene como delegado de la Secretaría de Educación de México, para según sus
propias palabras “dar a conocer la
forma en que en México se hace llegar la
luz (Educación) a los mas apartados rincones valiéndose de las artes populares”.
En efecto, lo popular en el arte ha calado hondo en el hondureño a tal grado de
volverse, entre sus coterráneos, publicista del mismo.
Con
ahínco y fervor Galindo enseña a maestros capitalinos, sus sujetos de prédica,
los hilados populares de Querétaro y las bolsas de Palma de Toluca. Los
juguetes de vidrio de Guerrero; los vasos de barro de Tonalá; la loza de
Puebla, etc.
Ha
traído consigo también parte de su obra pictórica entre la que sobresale, “El
Agrarista” obra hecha en México de claro tinte social.
Visitación
Padilla, que ha logrado entrevistar a Galindo lo describe como “Un joven de
mediana estatura, color trigueño, complexión robusta, rasgos faciales
prominentes que completan una cabellera de mulato, rebelde en absoluto a
proteger una frente libre.
El
taller y la exposición de Galindo a su regreso a Honduras se inauguró el 11 de
enero de 1932 en el entonces Kindergarten “Concepción Amador” de Comayaguela.
Posteriormente viajaría a San Pedro Sula, donde montaría iguales eventos en la
entonces escuela “Minerva”.
Una
caricatura del ilustre visitante engalanaría la portada de “Alma América”
revista capitalina de moda por entonces.
Mas
tarde, Galindo ilustraría la portada del libro “Brotes Hondos” de Claudio Barrera,
editado en Tegucigalpa en 1942.
Tal
dibujo simboliza el afamado poema de Barrera “La Doble Canción”: dos hombres de
perfil a medio cuerpo, en cuyas manos sostienen la luz y una semilla brotada en
planta.
Barrera
volvería a utilizar dibujos de Galindo al publicar en 1950, el tomo de su
poesía completa. Las 4 tintas de Galindo en este libro, se unirán a las 2 de
otro joven veintiañero que entraría también al mundo de la plástica ilustrando
libros: Miguel Ángel Ruíz Matute.
Enrique Galindo moriría el 4 de julio de 1957, en Monterrey, México, sin poder volver, una vez más, a su amado terruño.
Enrique Galindo moriría el 4 de julio de 1957, en Monterrey, México, sin poder volver, una vez más, a su amado terruño.
2 Curiosamente todos los libros de la Editorial “Signos”
fueron póstumos.
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