jueves, 9 de agosto de 2012

ENRIQUE GALINDO, MAGICO ILUSTRADOR


Caricatura de Vicente Monterroso Lobos, 1923



Cuando Ismael Zelaya fundó en 1934, la editorial y librería “Signos” no sabía que estaba creando una nueva forma de editar libros en Honduras. En su mente bullía la idea de crear un libro total, es decir, que a la palabra se uniera la imagen para reforzar el contenido y el mensaje del mismo.

Para la intuición editorial estaba él; para la idea artística estaba Enrique Galindo. El primer libro de la naciente empresa fue “Signos” libro que recogía póstumamente la obra poética de Marco Antonio Ponce, cuya vida fue brutalmente cegada una noche aciaga de 1932.

Pacientemente, Zelaya amigo del infortunado vate, fue recogiendo la obra dispersa de éste, hasta conformar con ella un volumen representativo. Enrique Galindo, nacido en Comayaguela el 25 de noviembre de 1897- hijo de Wenceslao Galindo y Rosa Galindo-  compuso para este libro un sinnúmero  de delicados dibujos. Según Dagoberto Posadas, conocido crítico de Artes Plásticas en los dibujos de Galindo se puede apreciar “Un perfecto delineamiento cuya obra  emana fundamentalmente de una profunda visión cultural arraigada en el romanticismo y la mitología universal”. Fueron sus padres Wenceslao Galindo y doña Juana Rosa Galindo. Uno de sus hermanos, sería el notable maestro de generaciones, Bernardo Galindo y Galindo.

En “Signos” cada dibujo va acompañado de una delicada hoja de papel transparente lo que le da al libro, una finura editorial nunca antes vista.

El segundo proyecto editorial de ambos fue el de editar “Tierras, Mares y Cielos” obra también póstuma del gran Juan Ramón Molina.

Esta edición representó la tercera que se hacía de la obra de Molina y se realizó en Tegucigalpa en el año de 1937 en los talleres de la imprenta Calderón. A esta edición, dedicada también como la segunda a la poesía Moliniana, Zelaya le agrega un prólogo del poeta mexicano Enrique González Martínez y un estudio bibliográfico de R.H. Valle. Como si lo anterior no fuera mucho, le agrega 19 dibujos de Enrique Galindo. Aquí Galindo sujeta su imaginación y su destreza a corporizar, mediante el dibujo, la idea general del poema guiado siempre por el título de los mismos. Memorables son, para nuestro gusto, los dibujos dedicados a los poemas “Madre Melancolía”, “Mariposa Nocturna”, “Metempsicosis”, “Nada es Todo” y el singular, por nostálgico  “Los Ojos de los Niños”.
El tercer libro de la editorial “Signos” fue “Sombra” de Arturo Martínez Galindo, también publicado en forma póstuma.2

Este libro no fue ilustrado como otros; probablemente a estas alturas, 1940, ya la sociedad de Zelaya y Galindo estaba disuelta o tal vez este último había salido del país por esta época.

Galindo no era un novato en lo referente a las ilustraciones. En 1917 y en Tegucigalpa sustituye a Augusto Monterroso como director Artístico de la revista “La Semana”, misma que fuera fundada el 5 de noviembre de 1916 por Matías Oviedo y Céleo Dávila. Además de los detalles de la diagramación, Galindo elaboraba la portada ya sea con una caricatura o un dibujo. Mas tarde Galindo pasaría a “Nosotros” revista quincenal ilustrada que fundaran el 20 de mayo de 1920, Lucas Paredes y Mauro Aguilar. En “Nosotros” Galindo trabajaría en el honroso cargo de Director Artístico.

Para 1922, Galindo parte de México, gozando de una beca de estudio y donde desde el abrigo acogedor de los grandes maestros mexicanos, termina de formarse artísticamente. Su regreso al solar patrio será 10 años más tarde, en enero de 1932. No llega derrotado al contrario viene como delegado de la Secretaría de Educación de México, para según sus propias palabras   “dar a conocer la forma en que en México  se hace llegar la luz (Educación) a los mas apartados rincones valiéndose de las artes populares”. En efecto, lo popular en el arte ha calado hondo en el hondureño a tal grado de volverse, entre sus coterráneos, publicista del mismo.

Con ahínco y fervor Galindo enseña a maestros capitalinos, sus sujetos de prédica, los hilados populares de Querétaro y las bolsas de Palma de Toluca. Los juguetes de vidrio de Guerrero; los vasos de barro de Tonalá; la loza de Puebla, etc.

Ha traído consigo también parte de su obra pictórica entre la que sobresale, “El Agrarista” obra hecha en México de claro tinte social.

Visitación Padilla, que ha logrado entrevistar a Galindo lo describe como “Un joven de mediana estatura, color trigueño, complexión robusta, rasgos faciales prominentes que completan una cabellera de mulato, rebelde en absoluto a proteger una frente libre.

El taller y la exposición de Galindo a su regreso a Honduras se inauguró el 11 de enero de 1932 en el entonces Kindergarten “Concepción Amador” de Comayaguela. Posteriormente viajaría a San Pedro Sula, donde montaría iguales eventos en la entonces escuela “Minerva”.

Una caricatura del ilustre visitante engalanaría la portada de “Alma América” revista capitalina de moda por entonces.   

Mas tarde, Galindo ilustraría la portada del libro “Brotes Hondos” de Claudio Barrera, editado en Tegucigalpa en 1942.

Tal dibujo simboliza el afamado poema de Barrera “La Doble Canción”: dos hombres de perfil a medio cuerpo, en cuyas manos sostienen la luz y una semilla brotada en planta.

Barrera volvería a utilizar dibujos de Galindo al publicar en 1950, el tomo de su poesía completa. Las 4 tintas de Galindo en este libro, se unirán a las 2 de otro joven veintiañero que entraría también al mundo de la plástica ilustrando libros: Miguel Ángel Ruíz Matute.

Enrique Galindo moriría el 4 de julio de 1957, en Monterrey, México, sin poder volver, una vez más, a su amado terruño.

    
                2  Curiosamente todos los libros de la Editorial “Signos” fueron póstumos.    




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