jueves, 9 de agosto de 2012

VIDA Y OBRA DE MARTIN PAZ (1896-1950)

Caricatura de Ramón Moncada, 1925

Nació este bardo, en las cálidas tierras de Trujillo, departamento de Colón, el 3 de junio de 1896. Hijo natural de  doña Guillermina Soto Providence. Fua bautizado en Trujillo, bajo e nombre de Martín Isaac Soto..Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal, y muy joven,  se trasladó a Tegucigalpa, donde cursó sus estudios secundarios y el bachillerato. La cornucopia intelectual de la urbe, muy pronto tocaría al joven Paz y sus poemas fueron apareciendo y fluyendo en  periódicos y revistas de la época, como “ El Cronista”, “Los Sucesos”, “Nosotros”, “Tegucigalpa” y “El Ateneo de Honduras” Eran colaboraciones copiosas, con trabajos fechados desde 1918 a 1922. Pero Martín Paz, no se mostró como un colaborador epistolar de dichas publicaciones, sino que en dos de ellas, entró a formar parte del staff.
En 1919, funda con su compañero de estudios en el Instituto Nacional,  Arturo Mejía Nieto, la revista “Argos”, de corta duración. El 7 de agosto de 1921, figura ya como jefe de redacción de la revista “Los Sucesos”, misma que era dirigida por el poeta Adán Canales; al retiro de este, Paz pasa a dirigir el semanario el 27 de noviembre de ese año. También formó parte del consejo de redacción de “El Ateneo de Honduras”, cuando esta revista era dirigida por Samuel Laínez. El nombre de Martín Paz aparece en el número 39 de de la revista correspondiente al 1 de agosto de 1922. Alrededor de él, otros nombres gloriosos: Luis Andrés Zúñiga, Matías Oviedo, Fernando García, Alonso A. Brito y Augusto Monterroso Lobos, como director artístico.
Según Carlos Arita Palomo, Martín Paz, se marcha para México en 1923, probablemente a finales del mismo, pues todavía, en noviembre, continuaba en la plana de redactores de “El Ateneo”. Probablemente, este viaje haya sido antes, apuntamos nosotros, pues su viaje a México para proseguir estudios de Derecho, se fragua con la estancia en Honduras del Embajador mexicano Juan de Dios Bojórquez. El permanece en nuestro país, de 1920 hasta junio de  1922, cuando es transferido a otro país.
Su estancia es aprovechada en México para continuar estudios de Derecho, alcanzando la licenciatura en la Universidad Autónoma de México, presentando la tesis “La plaquette”. Los primeros poemas de Paz en México, aparecen el "El Crisol", órgano el Bloque de Obreros Intelectuales. También formó parte de diferentes agrupaciones literarias y artísticas, como la "Sociedad Manuel Acuña", del "Ateneo de Saltillo", a la "Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios", a la "Academia de Estudios Filosóficos" y a la "Casa del Artista", de la que fue co-fundador. Estando en la capital azteca, se encontró en 1931, con la poeta hondureña, Clementina Suárez, quien hacía su primer viaje a esa urbe. Junto a Clementina y los poetas mejicanos, Lamberto Alemán y Emilio Cisneros, deciden publicar en conjunto, un pequeño librito de versos, al cual llamaron, acertadamente, “Iniciales”.
En México, se desempeñaba como maestro en el Conservatorio Nacional de Música, desde 1937. Paz, murió en México, el 17 de noviembre de 1950. La muerte le sobrevino a causa de una bronconeumonía fulminante,QUE LO TUVO EN CAMA, DESDE EL 28 DE OCTUBRE HASTA LA FECHA FATAL DEL DESENLACE,  según aseveraciones de la dama azteca Ángela Lomana, con la cual, el poeta contraería nupcias.
  Nunca más volvió a su tierra natal ni a las costas trujillanas. El misterio rodea sus libros. Para el caso, el diario capitalino “El Combate” anuncia en su edición del 16 de diciembre de 1931, la aparición en México del libro “Marinas". Por otro lado, en un artículo publicado en la excelente revista “Correo Literario de Honduras”, que dirigiera con aplomo y soltura, Carlos Manuel Arita Palomo en la década del 60, se lee un comentario sobre “Costa Norte”, poemario adjudicado a Paz, de escaso conocimiento entre nosotros.




ESTUDIO


Martín Paz, “el acuarelista del trópico”, como osara llamarlo el poeta Carlos Manuel Arita Palomo, nació en Trujillo, bello paraje costero al norte de Honduras, una soleada mañana del 3 de junio de 1901. Comenzaba a despegar el siglo con su carga de años y ansiedades.

Para 1913, Paz se había trasladado a Tegucigalpa para comenzar estudios de bachillerato. Allí entró en contacto con los intelectuales hondureños de entonces, aglutinados en el “Ateneo de Honduras”, y pronto sus versos sencillos y musicales, llenos de remembranzas marinas, derivadas de su natal Trujillo, se dejaron sentir en periódicos y revistas de la época. En 1918, su nombre comienza a llamar la atención al publicar “El Cronista” y “El Nuevo Tiempo” poemas suyos. De esa primera visión del poeta, nos gustaría reproducir un poema, “Acorazado”, visto nos imaginamos en una tarde de esplendor juvenil en su natal Trujillo y aparecido en las páginas de el “Ateneo de Honduras” en 1920.



 

ACORAZADO

Viene avanzando fatigado
con espectral pereza
el formidable acorazado
por sobre el mar como una fortaleza.
Da tristeza, mirar en la azulada
belleza de la rada
un mensajero de la muerte aviesa                                                                          

igual que las cabelleras
flotan al viento sus banderas extranjeras.
Ha vomitado

por sus bocas de fuego una andanada
y en la tarde rosada
me ha parecido un gigante mareado
que se durmió en la rada
el formidable acorazado.

El mar y su belleza, las aves de afligido vuelo, el oleaje y su arena turbia, y unos pies besados por la sal, son los primeros soportes de la poesía marina de Martín Paz. En 1923, parte Paz para México a comenzar estudios de Derecho. Estando allí, publicará en 1931, “Iniciales”, aventura en la que participan también Clementina Suárez, Lamberto Alemán y Emilio Cisneros, estos dos últimos, de nacionalidad mexicana.

 El encuentro con Clementina en México, fue portentoso, él lo describe así: “Allá por los años 30s., en México, cierto día el teléfono trajo una voz conocida: Clementina Suárez quiere verte. Después vinieron los enlaces en el ambiente mexicano: periodistas, estudiantes, gente de pluma y lápiz, caricaturistas, pintores. Más tarde, veladas, paseos, tertulias, reuniones, agasajos, fotos, entrevistas, elogios, simpatías, etc. un día sugirió un “suvenir” para los amigos y apareció “Iniciales”.

Sin embargo, en “Iniciales”, Paz no despunta su vena cosmopolita; de los diez poemas incluidos en este libro, ninguno tiene esa influencia que marcará algunos de sus poemas posteriores.
3.
Se notan, sin embargo, la gracia y el ritmo que Paz manejaría siempre en sus obras. La influencia cosmopolita aparecerá en el poema “Jenny Haylock”, dedicado nos imaginamos, a alguien de ese nombre y que ha dejado en el poeta, un sabor a romance y a nostalgia.

Por el poema averiguamos de una visita, no registrada tan minuciosamente por los biógrafos del poeta, a West End, localidad de  Islas de la Bahía, lugar donde residía o residió Jenny Haylock, musa temporal del   aeda trujillano. Otro poema de aliento cosmopolita en la obra de Paz, es el llamado “ Romance de Lila Stark”.

Sigue  este poema, el tono reminiscente de “Jenny Haylock” y comprueba, por más señas, la presencia de Paz, alguna vez, en las tierras del Norte. Lila Stark es una negra bailarina sureña que impresiona con sus contorciones al poeta. En este poema Paz  introduce a nuestra lírica, los anglicismos Jazz, slang, cocktail y blue, novedades que solo el cosmopolitismo puede dar. Más adelante el poeta da a conocer, en versos cadenciosos el lugar o los lugares donde Lila Stark, la bailarina ensoñadora, puede estar: New York o  New Orleáns. Otro poema donde Paz introduce anglicismos, es “El Poeta está solo en el bar” y más adelante la palabra “Tom Collins”, que no es más que el nombre de una  bebida americana. El poema es hermoso; en él chorrean la bohemia y la nostalgia juntas.
La poca poesía con aliento cosmopolita que Martín Paz nos legara, está imbuida en ese ambiente marino que nunca se separó de él. New York, Baltimore y New Orleans, son ciudades costeras, llenas de mar y esplendor; lo mismo los personajes citados en los versos.







ANTOLOGIA



EL NEGRO MISTER BROWN

Taja el balcón
por la cintura
al negro Míster Brown.

Y se asoma sonriendo su figura
que es un bien acabado estudio al carbón.

El sol se ha puesto
y el negro Míster Brown
es sólo esto:
los dientes, porcelana; la epidermis, charol.

Sueña y espera
y rumia una ilusión.
Ni sospecha siquiera
la noche va a borrarlo, de golpe en el balcón.

ROMANCE DE LILA STARK

Baila y canta, canta y baila,
entre la fiebre del jazz,
en mi recuerdo, el romántico recuerdo
de Lila Stark.

Lila Stark una vez vino,
vino una vez a Nueva York.
Lila Stark venía envuelta
en un velo de ilusión.

En sus ojos de sirena
era más azul el mar
y en el sol de su melena
más sol el sol tropical.
Bailaba los bailes negros
cantando en slang del sur
y la ilusión se movía en el oleaje del blues.

Se le enredaba en los muslos
de música, con placer,
y rebotaba en compases
que machacaban sus pies.

Lentos los blues, retorcían,
por algo que nunca fue
lamentos hondos y largos
sonámbulos de cocktail.

Lila Stark: ¿en dónde bailas?
¿dónde aúllan hoy tus blues?
¿en la América del Norte
o en la América del Sur?.

Lila Stark: en donde te halles,
en Nueva Orleáns o en Nueva York,
mi recuerdo aun te aplaude
hecho un loco espectador.


ROMANCE DE LA ENFERMERA DE YESO

En hospital estuve
y había en el hospital
una enfermera de yeso
con los ojos de cristal.
Tras el cristal de sus ojos
se agitaba un alma azul,
y en al alma azul había
la nostalgia honda del blues.

Hada de niebla y neblina
cuando entraba al pabellón
amanecer parecía
su silueta de algodón.

En sus manos el destino
puso mi vida al zar;
mi vida con un roto lino
que había que remendar.

Ah, lirios de sus manos
ah, sedas de su voz,
manos y voz que eran pájaros
abanicando un dolor.
Uniformados los pinos
montaban guardia en derredor
y noche a noche cantaba
el viento trasnochador.
Y en cada noche bajaba
mas de una estrella al jardín
y en el jardín en nardo
o margarita o jazmín.

Enfermera que zurcías
con esperanza mi mal;
aun le hacen falta a mi vida
su ternura y su hospital.

EL POETA ESTA SOLO EN EL BAR

Esta tarde, esta tarde, en el bar solitario
tan sólo me acompaña un ensueño romántico
y un vaso de Tom Collins, cuando entra  tu recuerdo
y se me sienta enfrente y en voz queda charlamos.

Barajo, con esmero, lo mejor que dejaron
las horas superpuestas de otros días mejores;
después hago con ellas un castillo de naipes
con un cielo de plumbago y verdes horizontes.

Un enjambre de imágenes bulle límpidamente
del bosque de tus ojos florecidos en estampas.
De pronto me doy cuenta: Estoy realmente solo,
el vaso está vacío; del castillo no hay nada.

MARINA

Con el potente estruendo de sus olas oscuras
que visten con encajes de espuma el cantil,
el mar hace surgir todas las aventuras
de Simbad el Marino en mi alma juvenil.

Y veo ir, en el cuento, la galera insegura
por los revueltos mares sobre un oleaje hostil,
y desde el horizonte avanza la verdura
de una remota isla que encierra el mar añil.

Tras el sonante tumbo de sus olas serenas
el mar deja peinar sus canosas melenas
en el peine de rocas que parece el cantil,
y en mí crece el deseo de partir un día,
en un hermoso barco hacia la lejanía
al país donde reina perennemente abril.

JENNY HAYLOCK

Hoy, Jenny Haylock, he pensado
en nuestro adiós allá en West End;
el mar más triste no he mirado
como la viera aquella vez.

Iban los barcos a otros puertos
como siguiendo una ilusión
y al embarcarme, Jenny Haylock,
algo en mi vida se quebró.

Todo era azul en aquel tiempo
azul el mar, el cielo azul,
tus grandes ojos y mis sueños
y azul mi errante juventud.

Hoy que te encuentras, Jenny Haylock,
en tu casita de Baltimore;
llama a tus puertas mi recuerdo
como otras veces lo hice yo.

GRACELINDA, LA MUCHACHA DEL PUERTO

Gracelinda
 va a la playa
tarde con tarde a soñar
mientras abren las estrellas
unos pétalos de azahar.

Pobrecita Gracelinda,
padece quien sabe de qué,
murmura alguna vecina
que la mira entristecer.

Las farolas han prendido
sus luceros a la vez
sobre el espejo del agua
que los hace florecer.

Gracelinda, Gracelinda.
¿qué es lo que tienes, di, qué?
le dice la madre anciana
que la siente entristecer.

Gracelinda no responde.
 Gracelinda mira el mar,
y como todo un momento
tiene un hondo suspirar.

Gracelinda tuvo un novio
marinero de alta mar
más quien quiere a marinero
marinero perderá.

Pero el mar de vidrio un día,
tras el volaba un adiós,
más ágil que una gaviota
y en el mar al fin cayó.

En el mar de la tarde
pasa saludando un cantar:
“Marinero que te alejas,
quien sabe que volverás”

Marinero aventurero
de playa en playa se va,
que pájaro migratorio
siempre tiene que volar.

Gracelinda no lo sabe,
lo presiente, es mujer,
que en toda playa extranjera
espera siempre un querer.








No hay comentarios:

Publicar un comentario