Rubén
Bermúdez Meza, contrajo nupcias con la profesora, más tarde escritora y gran
feminista, Graciela Bográn. El destino trágico que habitaba en Rubén, terminó
separándolos. A su muerte, doña Graciela recuerda esos momentos con una altura
y un temple poco vistos en mujer alguna:
“Hoy
hace dos años que en un día gris, su cuerpo ya sin aliento, encerrado en una
caja de madera, fue llevado al cementerio bajo el sudario frío de una lluvia
doliente, como llanto vertido por las cuencas del infinito.
Desde
mi casa, muda y desolada, seguía la marcha de la fúnebre procesión. Cuando las
campanas de la iglesia soltaron sus lamentos, de tal modo repercutieron en mi
pecho, que creí que incapaz de contener tanto dolor, mi corazón estallaría en
un desgarramiento de sus fibras. A lo lejos vi perderse la muchedumbre enlutada
y los carros cargados de coronas de ciprés salpicadas de rosas blancas y
heliotropos lilas.
Seguí
largo rato inmóvil, con la mirada perdida en la lejanía, mientras con la
imaginación seguía la marcha del cortejo.
En
estos momentos- me decía- pasa bajo las acacias de la Avenida…ya traspasa la
puerta del campo santo… se detiene frente a la fosa… la tierra lo cubre ya y lo
acuna en sus seno de madre…Todo esta consumado.”
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